Potencial Humano


Resiliencia individual, familiar y comunitaria

La construcción y desarrollo de la resiliencia como proceso desde la vida hasta la muerte, nos puede unir en nuestro caminar, se evidencia en la persona adulta o menor, a través de sus expresiones y lenguaje verbal,  puede hacer énfasis en sus habilidades cuando por ejemplo menciona yo puedo, o yo tengo, refiriéndose a su red de protección y de recursos a nivel social, o yo soy alguien. La capacidad de desarrollarse pese a las circunstancias desagradables e inesperadas del entorno viene a ser importante en edad temprana cuando los recursos de afrontamiento son mínimos.

La aceptación incondicional que recibe el niño inicialmente desde su núcleo familiar es clave para ser reciliente, el estar atento de sus juegos, ansiedades y temores, de su sueño, brindarles un tiempo de calidad y suficiente para compartir y estar presentes; al igual que, el aprendizaje de un sentido de anticipación y coherencia, de capacidades protectoras, aceptar que el cambio es parte natural de nuestra vida, aprender a establecer relaciones y buscar oportunidades de autodescubrimiento. El trato y ejemplo que recibe durante sus primeros tres años por parte de sus padres será decisivo.

Durante la primaria y secundaria es importante que el niño disponga de un lugar donde sentirse seguro, tanto en casa como en su Colegio, reforzar su empatía, acompañarles para que mantengan en perspectiva la verdadera dimensión de las situaciones; permitirles saber que sus acciones aportan al bienestar de la familia, facilitarle el identificar su rol, el papel a realizar para mejorar su desempeño puede fortalecer su sentido de valía, seguridad y control; también es válido expresarle que solo se espera que realicen el mejor esfuerzo posible. La resiliencia puede aprenderse, es una senda y un recorrido personal, cada uno busca y descubre la mejor alternativa; existen diferencias individuales.

El sistema de creencias, el sentido de vida, de espiritualidad, de sí mismo, la filosofía de vida serán decisivos para seguir el camino, afrontar lo existencial, encontrar opciones, y la fuerza para superar las circunstancias y eventos desconcertantes; releer, reordenar y reconstruir su historia, según el ritmo, flexibilidad de cada persona y el estar abierto a la experiencia.

El ser escuchado atentamente, con sensibilidad, la posibilidad de volcar el sufrimiento pueden ayudar a la reorganización de experiencias traumáticas; así como el entendimiento de los niveles de la resiliencia en su proceso evolutivo: sobrevivencia anónima, resiliencia regenerativa, resiliencia adaptativa, resiliencia floreciente, donde finalmente la persona logra integrar los eventos adversos, tiene la posibilidad de brindar un afecto propio y hacia los otros, logra un despliegue de su energía y creatividad más allá del sufrimiento.

Desde la familia entendida como unidad funcional, más allá de lo individual, con un enfoque sistémico en un contexto ecológico evolutivo facilita la comprensión de su dinámica, sus subsistemas, complejidad, diversidad, relaciones, potencialidades de reestructuración, limitaciones, esquemas organizativos  y procesos para su intervención, contribuyen al desarrollo de elementos de resiliencia como la incertidumbre, el ser reconocidos, sentido de pertenencia, factores protectores que atenúen fuerzas negativas, romper el ciclo del maltrato, el manejo de retos psicosociales evidentes y el salir fortalecidos.

La búsqueda de un funcionamiento que permita el desarrollo de todos sus individuos, integrarse, cohesionarse, permanecer y lograr objetivos; la evolución con mayor integración y desarrollo frente al cambio, más allá de la estabilidad a través de la patología, la disfunción y el riesgo, hacia mayores estados potenciales y de oportunidades.

En un contexto más amplio, donde el individuo esta interconectado con otros formando sistemas humanos, y en una unidad social más amplia que la familia, ahora de tipo comunitario, el afrontamiento de catástrofes puede movilizar el desarrollo de capacidades solidarias, de inclusión social, auto-organización, participación cooperativa que faciliten reparar daños y continuar; construir sobre lo vivido y experimentado.

Así como, el diseño de políticas de familia-escuela, flexibilidad del sistema para identificar alternativas, incorporación de redes y la gestión de cambios sociales acelerados. Mantener el equilibrio del sistema, o generar cambios para que las crisis evolucionen hacia procesos de desarrollo y crecimiento.

Finalmente podemos observar que la resiliencia es un proceso flexible en un contexto de desarrollo y crecimiento dado desde lo individual, familiar y comunitario, como parte de construcciones socioculturales, que con la adopción de nuevas miradas y perspectivas podemos contribuir a la salud mental, el acceder a una vida productiva, con sentido y significado.

 © Escrito por: Robinson Rodríguez G.

Referencias.
Maldonado, J. (2013). La resiliencia como herramienta de promoción humana. Córdoba, Argentina.
Lodo-Platone, Ma. L. La noción de resiliencia en el asesoramiento. Venezuela.
APA. Guía de resiliencia para padres y maestros.